Erikenea, -del 31-VIII-05 al 31-III-07-

martes, diciembre 13

En la busqueda de la interculturalidad

Los organizadores del Congreso Internacional sobre el Diálogo Intercultural e Interreligioso que estos días se ha celebrado en Bilbao, han subrayado una y otra vez que una de las prioridades de la comunidad internacional en los últimos tiempos es promover el diálogo entre las distintas comunidades o civilizaciones humanas. El camino del diálogo se presenta como la única manera de facilitar el encuentro entre dichas comunidades.


Este camino de diálogo está jalonado de dificultades de todo tipo. La primera de ellas es el desencuentro histórico entre los distintos bloques que se han hecho portadores de una verdad o visión de la realidad. Al estar tejida secularmente, esta dificultad no puede eliminarse por puro voluntarismo ni de manera rápida. La historia de enfrentamientos requiere un amplio recorrido de mutuo conocimiento y reconocimiento que cambie el imaginario que hoy sustenta el recelo, la sospecha y la desconfianza mutua.


Por otra parte, los vastos movimientos migratorios entre países y continentes (principalmente con destino a los países desarrollados o en rápido desarrollo) convierten a algunos países en auténticos laboratorios de gestión de la pluralidad cultural y religiosa. Esta realidad está abriendo nuevas perspectivas al encuentro de civilizaciones, dado que el mismo produce una prometedora interacción cultural y religiosa en el seno mismo de países que, hasta hace poco, poseían una identidad homogénea en términos culturales.


Las interacciones diarias están convirtiendo a esas identidades homogéneas en identidades marcadas por la diversidad, para las que es esencial el reto de construir un proyecto social común, capaz de asumir las minorías y sus derechos.


Entre los debates actuales ante los fenómenos descritos destaca el de cómo debe avanzarse desde la multiculturalidad y multirreligiosidad hacia la interculturalidad e interreligiosidad, tanto a nivel local como global. Este debate encierra una gran complejidad conceptual y, sobre todo, necesita un recorrido práctico que transite por las vías del respeto y del diálogo paciente y auténtico.


Dos cosas parecen claras en este debate. La primera es que un proyecto común únicamente puede construirse sobre la base del mutuo reconocimiento entre los diferentes. La segunda es que el respeto a la diferencia no puede conducir a la creación de sociedades pobladas de diferentes guetos estancos entre sí.


Bienvenidos estos congresos en donde quiza falte una representación del mundo laico, el de los que portando una cultura determinada no viven con una religión especifica, pero que también tiene mucho que aportar y aprender en la busqueda de esa interculturalidad pacífica y respetuosa a la que todos aspiramos.

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