Erikenea, -del 31-VIII-05 al 31-III-07-

domingo, diciembre 4

Lazo rojo y lazo blanco.

Lazo rojo y lazo blanco.

Esta semana, un gran lazo rojo, colocado por nuestro concejal de Igualdad en la fachada del Ayuntamiento, ha simbolizado, un año más, la solidaridad con los enfermos de sida, en el Día Mundial de esta enfermedad. La posible relajación que en los últimos años se ha mantenido desde distintos ámbitos ante esta plaga ha hecho que las cifras vuelvan a hacernos ver a todos que la luz roja sigue intensa y amenazadora, extendiéndose velozmente y de manera alarmante, fundamentalmente, entre las capas más desfavorecidas de la población mundial.

Aquí cabría recordar una vez más las "consignas irresponsables" de la Iglesia Católica que "contribuyen a la extensión de la epidemia" y dificultan notablemente la labor de instituciones públicas y privadas, que con sus campañas de sensibilización intentan frenar el problema y sensibilizar a la población.

El lazo rojo, además de un símbolo de solidaridad con las victimas, debe de ser un elemento que nos ayude a reflexionar sobre si las actuales medidas resultan suficientes y si algunas de las actitudes que se mantienen por parte de algunas instituciones deberían, al menos, reconsiderarse. Y en este sentido, verle a Rajoy, Presidente del derechoso Partido Popular, salir ileso del accidente del helicóptero con el lazo rojo en la solapa no deja de ser una doble noticia positiva.

Unos días antes, el lazo que colgaba del mismo balcón de nuestro Ayuntamiento era blanco. La Campaña del Lazo blanco nació en Canadá. En dicho país, a finales de los 80, un hecho conmocionó a todos: el 6 de diciembre de 1989 fueron asesinadas 14 adolescentes por el solo hecho de cursar una carrera destinada a hombres. El asesino, al grito de "feministas", se introdujo en la facultad y las mató.

A partir de esa fecha un grupo de varones pensó que tenían la responsabilidad de implicarse, e implicar a otros hombres, en hacer algo para que cosas así no sucediesen más, y lo primero era dejar de permanecer en silencio.

En España, alrededor de 1,500 hombres son denunciados cada mes por maltrato. Cada semana un varón (compañero o ex-compañero sentimental de una mujer) comete contra ésta asesinato. El 20% de los hombres españoles provocan con su maltrato daños a la salud física y mental de las mujeres.

Hay un número estremecedor de hombres que comete actos de violencia contra las mujeres que, según ellos, aman. Actos de violencia que incluyen agresiones físicas y sexuales, acoso sexual, maltrato psicológico o emocional.

La Campaña del Lazo Blanco te pide que no te quedes callado, sino que denuncies, y desafíes a otros hombres a examinar sus actitudes hacia las mujeres. Un hombre que guarda silencio ante la violencia contra las mujeres es parte del problema.

Llevarlo, también es una invitación de hombre a hombre y yo, como hombre que sabe de la amplitud y gravedad del problema de la violencia masculina hacia las mujeres, y que asume la filosofía del respeto e igualdad de derechos entre mujeres y hombres, estoy dispuesto a:

Comprometerme en la lucha por la erradicación de la violencia doméstica, a través de una postura activa en mi vida personal, laboral y social y para ello manifiesto mi apoyo público al manifiesto que a continuación adjunto, y que aunque no es de mi cosecha, me adhiero plenamente:

- Decir No a todo ejercicio de la violencia física, psicológica, emocional, o de cualquier tipo contra las mujeres.

- No ser tolerante, cómplice silencioso, o justificador de dicha violencia. Denunciar públicamente el problema y a quienes ejercen violencia.

- Proponer el debate sobre la violencia en todos los ámbitos de mi vida cotidiana.

- Cuestionar y modificar el modelo machista tradicional que he recibido y que nos ha enseñado que ser hombre da algún tipo de derecho o autoridad especial sobre las mujeres, y que la única emoción que se puede manifestar sin avergonzarse, es la agresividad. El sexismo conduce a producir daño a las mujeres y además impide a los hombres ser emocionales, empáticos y cuidadosos, deshumanizándolos.

- Reflexionar sobre mi propio comportamiento, estar alerta y ser crítico frente a los múltiples medios que uso y usan otros hombres para controlar y dominar a las mujeres.

- No aprovecharme de mi fuerza, ya sea física, social o de personalidad para imponer mis deseos o descargar tensiones sobre las mujeres. Ni permitir que otros hombres lo hagan.

- Aprender a negociar, reconocer los errores y resolver pacíficamente los conflictos, ya que la violencia nunca puede ser un recurso válido ante ninguna situación con una mujer.

- Apoyar a las mujeres en sus luchas contra la violencia y solidarizarme con las mujeres víctimas de la violencia doméstica.

- Procurar organizar en mis lugares de estudio, trabajo y ocio, reflexiones, discusiones o actividades entre hombres, destinadas a erradicar la violencia masculina.

- Luchar para que se cuestionen en la educación los conceptos de la masculinidad tradicional violenta, tanto en los centros de enseñanza, como en la familia y los medios de comunicación, para evitar que los modelos que originan la violencia se sigan reproduciendo.

- Reclamar a los poderes públicos para que las leyes contra la violencia existan, sean efectivas y se cumplan.

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