Botella medio llena, medio vacia

Uno mira y escucha el Teleberri, ve al Lehendakari con sus dos consejeros a diestra y siniestra, constituyendo el denominado Consejo Político con voluntad de liderar la normalización de este País, para catalizar el dialogo entre partidos, sin pretender sustituir a nadie, y a uno le suena algo más que razonable, y se recoloca en el sofá pensando que la cosa marcha.

Además, el lehendakari Ibarretxe definió ayer la responsabilidad que corresponde en su opinión a las tres partes del proceso que visualiza: ETA tendría que abandonar la violencia, el Gobierno central aplicar una política penitenciaria respetuosa con los derechos humanos y -es de suponer- a él le tocaría convocar la denominada mesa de partidos. Todo bastante acertado y, en mi opinión, relativamente lógico.

A continuación aparece Patxi llamándole “txiringuito” al tinglado y uno se desanima un poco, temiendo que todo sigue parecido a como siempre. Y como colofón, las declaraciones de San Gil y de Arnaldo terminan con la moral del más optimista de los ciudadanos de esta jaula de grillos.

Los últimos meses se ha abierto de nuevo, por enésima vez, una esperanza, esa que siempre decimos que es la verdadera, y nos lo creemos mientras dura. Yo sigo creyendo en ella. Pero el tiempo corre. Lo que no se haga antes del verano, después va a costar doble trabajo. Y no estamos sobrados. La medio botella vacía amenaza.

Pero uno, optimista por naturaleza, rápidamente vuelve la vista a la otra mitad. El bueno de Fungairiño “dimite” o “lo dimiten”, que para el caso, me da igual que me da lo mismo. El fiscal que veía con buenos ojos al cabrón de Pinochet. El mismo que nos decía que no leía los periódicos, solo los resúmenes que le pasaban desde el Poder Judicial, y que tampoco veía la tele, solo la BBC (Me imagino que los documentales sobre cocodrilos y poco más). Y nos hacia sonreír con esas paridas y cabrear con sus decisiones. Una piedrita menos en el camino.