Tom Tom Go 710
Para un GPS, el vivir siempre encendido no parece tener mucho sentido. Después de todo, la mayoría de los desplazamientos de una persona ocurren habitualmente en rutas conocidas, que el coche hace casi de memoria: de repente pestañeas y estás en medio de la carretera, a ciento veinte kilómetros por hora y sin la más ligera idea de cómo has llegado hasta allí… asumes que no habrás hecho ninguna barbaridad, pero careces completamente de conciencia de ello. ¿Qué sentido tiene llevar puesto ahí el GPS?
Curiosamente, el estatus de always-on del GPS no lo ha conseguido por sus funciones de GPS, sino por otras. En mi caso, concretamente, de la función manos libres. El TomTom GO 710 se integra con el teléfono móvil vía bluetooth, trae un micrófono externo para ponerlo donde te sea más conveniente, y suena verdaderamente bien, toda una diferencia con respecto al manos libres de Motorola que llevaba antes. Y en cuanto empiezas a usarlo, claro, pasas a llevar el cacharrito encendido aunque sepas perfectamente a dónde vas. Te vas dando cuenta además de algunas utilidades extra: los radares, las gasolineras, los aparcamientos públicos, o simplemente el aviso de que sobrepasas una velocidad determinada. O decirle a la maquinita que quieres llegar a tu destino a una hora determinada, para competir contigo mismo durante el camino con respecto al objetivo fijado. Al final, el aparato pasa de ser una PDA que sacabas de la guantera cuando querías ir a un sitio que no conocías, para constituirse en una parte del cuadro de mandos que llevas encendido en todo momento y que empieza a dotarse de funcionalidades adicionales. ¿Limitación? El hecho de que no puedas dejar un coche aparcado con ese cacharrito a la vista sin miedo a que te lo abran. Afortunadamente, en ese sentido he pasado de una PDA aparatosa que tenía que desenganchar con un velcro y quitarle los cables manualmente, a un aparato en el que un simple botoncito permite separar el terminal, llevártelo si quieres, y dejar la base puesta con sus cables ahí. De lo más pensado y conveniente.
Y paradójicamente, ¿qué viene después de haber alcanzado el estatus, el nirvana del always-on? Desaparecer. Cuando ya te has acostumbrado a llevar el GPS encendido todo el rato, vas, te compras un coche con GPS y manos libres integrado, y arrinconas al pobre aparatito en un rincón… hay que ver qué dura es la vida del gadget tecnológico…