¡Animo, y menos reticencias, Arnaldos!

Parece ser que NO todos, los que nos decimos pertenecer a los grupos políticos favorables a que el Proceso termine con un final feliz para casi podo el mundo, terminamos de ver las cosas claras.

Algunos todavía tienen ciertas reticencias para dejar de arrojar donde ponen el ojo los cocteles que llevan el nombre de un afamado ruso, creyendo que con su actuación hacen meritos en su "escalada revolucionaria", los hay que se siguen dedicando a recabar datos de ciudadanos para que terceras personas puedan hacer uso de los mismos sin especiales buenas intenciones. Otros se dedican a robar los artefactos belicosos que, por otra parte, nos esta prometiendo que van a dejar de consumir, en un alarde de contradicion dificil de digerir. Y nadie de "ese mundo" se atreve todavia a decir en público que esas cosas pertenecen, en el mejor de los casos, al pasado, que la etapa hay que darla por superada y que cualquier actividad que, en si misma, encierre cierto atisbo de violencia tendrían que empezar a condenar, si quieren convencernos de que "la cosa", y sus maneras de entender la política, avanza.

Si a estos guisos les añadimos esa lamentable ceguera que les lleva a pintarrojear con los colores de la bandera catalana los batzokis, como si el rojo y el amarillo fuesen colores de gusto inconfesable, o a cantar de manera enfermiza eso de "PNV español" en los campos de futbol, cuando lo importante es encontrar el camino del gol, hay que reconocer que determinadas actitudes enfermas van a tardar mucho más de lo que dura un proceso en corregirse.

Y claro, por mucho que salgan de paseo un fin de semana si y otro no, por mucho que muchas de sus reivindicaciones sean plenamente compartibles, lo primero es lo primero, y la pelota está, clarisimamente, en su tejado. Si quieren que juguemos todo el mundo, tienen que menear la bola de su sitio.

¡Animo, y menos reticencias, Arnaldos!